domingo, 22 de julio de 2012

CRISIS EMPRESARIAL, CREATIVIDAD Y CAMBIO


                               Por: Psicólogo RAÚL E. NIETO ECHEVERRY Msc.


Los estudiosos del cambio inician planteando las dificultades que supone y lo difícil que es alcanzarlo, pues los reportes de éxito no superan el 25% al 30 %. Pero la cosa no acaba allí, no sólo no se alcanzan los resultados esperados sino que también, estos cambios fracasados, producen una serie de consecuencias perjudiciales para la misma organización. El cambio aparece para todos como algo misterioso  y sólo conocemos de él sus consecuencias, sigue siendo una caja negra para los expertos y sobre todo para las ciencias sociales.


Pretendo establecer algunas preguntas y desarrollar una muy diferente contemplación de lo que significa el cambio y sus metodologías, quiero atreverme a cuestionar la idea predominante que se tiene, sobre todo en los espacios organizacionales de todo tipo, e invitar a todos a preguntarse por sus propias concepciones, para que desde esta postura comenzar a construir nuevos acercamientos y nuevas perspectivas.


Realmente resulta difícil aceptar que sabemos muy poco del cambio y más aún, reconocer que lo que se ha hecho hasta el momento es, instrumentalizarlo, convertirlo en un medio para alcanzar ciertos resultados ya establecidos, un medio para manipular, en últimas, para la estabilidad. Esto de por si es el inicio. La pregunta del por qué fracasan los procesos de cambio requiere ante todo, preguntarse por el sentido que al cambio se le ha venido dando, pues considero que las razones de los fracasos inician allí. Lo que existe detrás de todo esto, no es más que aquella tendencia a definir las cosas, sólo desde sus resultados observables, acaso de lo medible. Si realmente supiéramos de que trata el cambio, los fracasos no serían tan altos y las consecuencias no tan desastrosas como las que se presentan. De esto trata este capítulo.

Sostendré que el cambio trata del no cambio, es decir, de lo que hacemos para permanecer y por consiguiente para seguir cambiando. No se trata de una renuncia a lo que se es y por lo tanto a su identidad, es más bien una actualización de ésta su identidad.  Es el modo como la organización reacciona de manera creativa y más que pretender adaptarse de manera pasiva, es su manera de seguir autogenerándose como única posibilidad para seguir creciendo y respondiendo a su razón de ser en situaciones diferentes para las que fue creada.

Si el cambio tratara del cambio el cambiar sería muy fácil, bastaría desearlo ya que no supondría ninguna actualización, ninguna mirada a su identidad y por lo tanto conformidad con lo que se es. El desarrollo de la identidad, su actualización, supone de manera inequívoca la necesidad de la crítica, por lo tanto de la aceptación de lo que somos. Toda crítica nos delata aquello que para el observador que la establece nos hace falta y esto tiene que ver con lo que somos definitivamente. De la afirmación realizada se deducen varias consecuencias.

La primera es, toda organización al cambiar tiene una manera particular de pensar el cambio, que podemos establecer de las siguientes maneras:

  • Como herramienta para la adaptación de la organización a un entorno inestable que le garantice la proactividad y evitar así ser sorprendida por los cambios constantes.
  • Como medio para lograr los objetivos organizacionales, vía para lograr el cumplimiento de las sus metas.
  • Como forma de hacer a la organización competitiva, con capacidad para crecer, mantenerse, la prepara para el cambio.
  • Como lo que prepara a la organización para la incertidumbre, hacia la integración entre estrategia, procesos y estructura.
Así, como herramienta para la adaptación, el cambio da énfasis a la planeación, como medio para lograr objetivos, el cambio da énfasis a la formulación, como forma de hacerla competitiva, el cambio da énfasis al diagnóstico y como medio para prepararla para la incertidumbre, el cambio da énfasis a la innovación de manera holística. Las tres primeras su énfasis esta en convenir como se ejecutará el cambio, dejando de lado la alineación con la ejecución o puesta en práctica; suponen que si se formula bien la metodología, la práctica correcta esta garantizada-


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Podemos considerar que la primera idea del sentido que tiene el cambio para una organización que se lo pregunta por primera vez, es éste pensado como medio para recuperar la adaptación perdida a su contexto ahora diferente. Así el camino por recorrer es el de la planeación concebida como una guía, un modo de acción futura, aquel camino que nos regresa a la senda perdida, a cuando lo hacia bien. Frente al fracaso que conlleva esta forma de pensar el cambio, ahora la organización, por no decir su cuadro directivo, pasa a pensarlo como medio para aclarar sus objetivos, establecer ahora con mayor claridad sus metas y propuestas a todos sus grupos de interés, el énfasis por consiguiente esta dado a la calidad de la formulación, que depende del grado de sistematización y apego al procedimiento establecido para tales fines. Aquí el éxito del proceso de cambio es un poco mayor; por lo menos los objetivos se cumplen aunque estos no sean los requeridos por obsoletos y rígidos. Por esto, ahora el sentido del cambio se vuelca  como medio para el logro de la competitividad organizacional y es de la habilidad para el diagnóstico, la lectura de las condiciones internas y externas de la organización, la clave para el buen desempeño del proceso de cambio. Se logran algunos buenos resultados, se acerca la organización a su conocimiento como sistema social, pero sin embargo aún le falta comprender que, es de la capacidad de incertidumbre de la que depende la organización para sobrevivir y es la innovación el camino ineludible que deberá seguir. Este sentido al cambio hace capaz a la organización, o la va haciendo, de integrar el orden con el desorden y llevarla hacia estructuras más cerca del desequilibrio o inestabilidad que del equilibrio y la estabilidad.

Siguiendo, la segunda consecuencia tiene que ver con los resultados, ya que el cambio al tratar del no cambio, logra que toda organización al cambiar actualice su diferencia con el entorno, lo que podría entenderse con comprender mejor su identidad. Esto definitivamente no es ni lineal ni causal, ni mucho menos determinista. El que una organización logre, mediante el cambiar, actualizar su identidad, habla de sus propias capacidades para cambiar. Por consiguiente, el cambio no es algo que la organización hace para adaptarse aun entorno externo sino algo que hace para acoplarse internamente (entre partes del sistema organización). Lo cual establece que la organización cambia si la organización lo permite y esto habla de su capacidad para cambiar.

Una tercera consecuencia es aquella que sostiene que si uno esta pensando en cambiar es porque no se conoce.  De donde se sigue que al conocerse, el cambio es espontáneo, hace ya parte de la mismo sistema, lo hace algo natural y ya no preocupa, pues suceda lo que suceda el sistema estará actualizando su existencia.

Por su parte, cuando los expertos se preguntan acerca del cambio, casi todos ellos terminan por afirmar que este trata de lo que le sucede a un sistema cuando pasa de un estado “A” a un estado “B”, cuando le ocurre alguna transformación o alteración y que siempre es algo conducente a mejorar la eficiencia y la productividad. Que sugiere seguir algún procedimiento, que es además reacción a algo externo (fuerzas), que debe ser planeado si se desean buenos resultados y que es imperioso satisfacer ciertos requisitos. Además es posible y muchas veces requerido, definirle fases que conducen a lo esperado. Requiere de un gerenciamiento. Nos hablan de la capacidad de adaptación a las transformaciones que sufra el medio externo. La resistencia será algo típico al cambio, y es reacción a lo diferente, lo nuevo, lo desconocido y al desacomodo que le subyace.

Todo el interés de estos expertos se centra fundamentalmente en tres aspectos:
·         el de las transformaciones hacia la eficiencia y productividad: Propósitos
·         el del procedimiento, método o gerenciamiento: Método
·         el del manejo de la resistencia: Obstáculos

Porque lo piensan como algo no-natural, es decir, requerido para su manejo y control el cambio es producto de lo humano de su capacidad para comprender y manipular lo natural, les cuesta verlo como dándose espontáneamente.

Abrir una nueva concepción de lo que trata el cambio arranca por comprender lo espontáneo y cómo el cambio esta mediado por el tiempo y su concepción, por la comunicación y por la posibilidad de comprender el desorden y en general por su capacidad para la incertidumbre.
Decididamente el sentido del cambio se da dentro de una estructura, por el diálogo entre:

·         el contexto externo, que con sus variables económicas, políticas y sociales, lo ecológico como respeto por el medio y la forma en que se comportan los mercados y los clientes, establece unas condiciones cada vez más complejas e inciertas;
·         el contexto  interno, que con sus procesos, estructura y cultura se ven influidos por lo tecnológico y exigen climas organizacionales con cada vez más alta integración y espacios para la diferencia;
·         las Capacidades humanas, dadas por la valoración y medición de las competencias, un sentido de la motivación centrado en la construcción o búsqueda del sentido, fuerte necesidad de construir la pertenencia sobre lo concreto, orientados hacia la productividad, donde se camina hacia la realización de lo complejo como aquello que genera mayor riqueza y es productor de la innovación, esa posibilidad de problematizar la realidad vivida y en donde lo que se gestiona es el conocimiento, ya que es allí donde esta el valor y las verdaderas capacidades de la organización;

·         y la Capacidad organizacional, dada por su orientación hacia la competitividad, es decir, deseosa de demostrar que colabora con sus clientes externos e internos, en la búsqueda de un dialogo constructivo con la tecnología donde lo humano salga triunfante, basada en el desarrollo de políticas para y desde el Recurso Humano que faciliten la autonomía, el trabajo en equipo, un liderazgo orientado hacia el servicio, con procesos de comunicación desde la escucha activa y una participación basada en la confianza y en la posibilidad de la equivocación.
Todo esto plantea lo que al final será el sentido que el cambio tiene para las personas y las organizaciones, todo esto permite pensar el cambio como algo por construir desde el quehacer mismo de la organización y las personas, todo esto acciona nuevos comportamientos, todo esto establece un ritmo, un tiempo y tiene que tener un espacio. Nos lleva a reconocer que somos observadores.
Hasta aquí subyace la idea de lo integrado, de lo no dicotomizado, de la unidad. Pero cual es el sentido de alcanzar todo esto? Acaso no estamos es homogeneizando, masificando, matando la espontaneidad y la identidad? Capra (1997)[1]  sostiene que:
"Cuando los místicos orientales dicen que experimentan todas las cosas como manifestaciones de una unidad básica, no están proclamando la igualdad de todas las cosas". (Pag. 187)
Cuando vemos opuestos, cosas separadas e incluso oponiéndose la una a la otra, lo que nos hace falta comprender es que estos son conceptos abstractos, es decir, construcciones de la mente para poder explicar y sólo esto. Lo hacemos para poder distinguir. El problema estriba en que nos quedamos en esas distinciones y terminamos por considerarlas separadas. Por el contrario cuando vemos continuidades y relaciones ya no dicotomizamos, nos hacemos más conscientes de la relatividad de la explicación intentada y podremos acceder a la unidad. En la unidad se encuentran los opuestos, se puede ver la posición del observador, o mejor, que somos observadores y que por lo tanto tenemos una perspectiva del fenómeno, pero que también existen otros puntos, otras perspectivas, otros observadores.

Significa mejor considerar que existe una interdependencia mutua entre lo interno y lo externo, y que lo interno, al modificar el medio se modifica a sí mismo, rompiendo de esta manera la dicotomía entre causa y efecto y entre antecedente y consecuente, entre tiempo pasado y tiempo presente. Ya que esto no puede ser: no existe un tiempo absoluto, el tiempo transcurre dependiendo de la posición del observador.

Por consiguiente, las estructuras, los procesos y la misma cultura deben ser ahora muchísimo más flexibles que en el pasado, parece ser la solución, pero los costos son serios De esta manera estaríamos considerando el sentido del cambio, de lo que este trata, como la articulación de lo interno y externo, subordinado al dinamismo de la coordinación dirigida por mecanismos implicados en el orden y el desorden.



[1] Capra, Fritjof. (1997). El tao de la física. Editorial Sirio, Málaga

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